Dos pollas grandes y una copa de champán, eso es lo que Keeani Lei tenía en mente. Iba a chupar todo el semen que pudiera de aquellas largas pollas, ahumándolas hasta que pareciera que iba a chupar los huevos a través del tronco. El champán no era más que la guinda después del espeso cóctel de semen que le habían servido.